Entrar en este recinto implica realizar un viaje en el tiempo y poder contemplar una mezcla de texturas, colores y soluciones decorativas muy inspiradoras.
Lo primero que se aprecia es la ordenada distribución de los espacios. La Ciudad Prohibida consta de varios edificios grandes orientados hacia el sur y dispuestos en un eje norte-sur. Las principales estructuras están separadas por patios entre edificios auxiliares y otros más pequeños, como oficinas y alojamientos. El eje central está flanqueado por dos ejes paralelos a lo largo de los que se sitúan los edificios auxiliares.
En los acabados podemos contemplar muros exteriores rojo ocre; vigas, cabrios y ménsulas pintadas en elaboradas formas multicolores; cubiertas de tejas planas barnizadas en amarillo y unidas mediante hileras verticales de acoplamientos cilíndricos; así como tejados decorados con finas figuras de animales auspiciosos de cerámica.
Las figuras, los muebles y las representaciones decorativas que adornan las diferentes estancias son un reflejo del estatus social de las personas que lo habitaban.
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